La (otra) estafa eléctrica

Alfonso Puncel. Subsecretario de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica

El incremento del precio de la electricidad constituye con bastante seguridad la mayor estafa organizada y permitida que se está cometiendo a la ciudadanía. No es la única pero si la más generalizada porque la electricidad es un bien de primera necesidad.

Que se aplique el precio del coste más caro de producción al resto de producciones energéticas hace que las compañías eléctricas tengan autorización tácita para desembolsarse ganancias multimillonarias que solo repercuten en sus cuentas de resultado.

Pero una modalidad de estafa que está pasando desapercibida es la que repercute sobre los productores individuales, es decir, aquellos que decidimos ponernos placas solares para autoconsumo y que, dado el precio todavía muy alto de las baterías, no podemos desconectarnos de la red.

Resulta que todas las compañías productoras, sean o no a su vez comercializadoras, sean o no sociedad limitadas, anónimas o cooperativas, sean o no grandes, medianas o pequeñas empresas, pagan la producción de kWh a un precio que ronda los 5 céntimos mientras esas mismas empresas cobran ese mismo kWh a un precio que ronda los 15 céntimos. Ese precio de venta te permite, por la legislación actual, compensar el coste de consumo (no así otros costes que aparecen en las facturas) con lo que para compensar el 100% tu consumo de la red eléctrica en los momentos en que no estás produciendo (y si no estás totalmente desconectado) tiene que producir entre tres a cuatro veces lo que consumes.

Pero ahí no para la cosa. Resulta que esa producción te sirve para compensar el coste en la facturación, pero nada impide a las empresas suministradora/comercializadora que la energía excedentaria que has vertido a la red, la vendan a otros consumidores al precio de tres o cuatro veces por el que te la han comprado a ti. Negocio redondo. Tú pagas la instalación, tú produces la energía eléctrica, tú pagas las tasas de instalación y otros costos, pones tu propiedad, tratas de reducir al máximo comprando electrodomésticos de bajo consumo o poniendo luces led y ellos te la compran a un tercio o una cuarta parte por el que la venden. Todo es ganancia sin hacer nada más que firmar un contrato que te vincula irremediablemente a esas condiciones. No ya que puedas negociar el precio de venta y el precio de compra puesto que hay un acuerdo entre todas para que las cantidades sean muy similares sino que ni tan siquiera te permite decidir qué quieres hacer con tu energía excedentaria. Por ejemplo podrías decidir que tú excedente energético vaya a un banco de energía solidario para dar cobertura a las familias con pobreza energética o inyectarla a tu comunidad de vecinos, a la red de tu ayuntamiento para iluminar tu calle, o regalársela por su cumpleaños a un amigo. Nada de eso. Te obligan a inyectar a la red y producir para su beneficio. Por esta regla de tres puede estar pasando que tu propia energía excedentaria que inyectas vendida a 5 céntimos kWh te la devuelvan a ti a 15 céntimos un poco más tarde. El colmo del absurdo.

Es urgente una modificación legislativa que permita, bien que te cobren el precio de kWh al mismo por el que te lo compran (o se aproxime), bien que se incremente el precio de compra o, como mínimo, que te permitan decidir qué hacer con tu producción sea para destinarlo a un fin social o sea para, sin tantos inconvenientes, cederlo a un tercero.

Finalmente se ha de tener en cuenta que las miles de personas, individual o colectivamente, que estamos instalando placas en nuestras dejamos de producir toneladas de CO2 sin que ese esfuerzo tenga una compensanción económica teniendo en cuenta que en el mercado de compensanción por emisiones de CO2 el precio de la tonelada está actualmente en 80 euros/Tn. Actualmente una planta de 2 kWh de potencia que llegue a producir 1,1 MWh, estará dejando de producir 2 Tn de CO2. Y 160 euros son 160 euros que mucho o poco son del productor.