Marina González Maciá, membre de Feminismes amb Iniciativa
No quiero ser princesa, quiero ser alcaldesa. Era el leivmotiv de un vídeo navideño de Ahora Madrid que acabó siendo viral hace unos años. Un vídeo que, en un minuto, conseguía emocionarnos y hacernos sentir que nuestra lucha por la igualdad realmente sirve de algo.
En 2015 la percepción de la política y los gobiernos cambió. La entrada a las alcaldías o al Govern de la Generalitat de Ada Colau, Manuela Carmena y Mónica Oltra significaba un antes y un después. Una carga simbólica y una representación, en ellas tres, de esa lucha histórica de las mujeres por alcanzar puestos de representación. Cuatro años después, las niñas que no quieren ser princesas siguen teniendo espejos en los que mirarse: mujeres, como Mónica Oltra, que han garantizado que continúen las políticas progresistas en nuestro país.
Hace no tantos años, cuando yo era niña, la imagen aceptada e indiscutible de un líder político era la de un señor de mediana edad y aspecto respetable. Era algo que nadie, en su imaginario colectivo, parecía cuestionarse. Hoy, aunque, los debates de los candidatos a la presidencia siguen copados por ellos, la ausencia de las mujeres no es un detalle menor y las críticas no pasan desapercibidas. Los pasos son demasiado lentos pero sabemos que algo está cambiando. Este cambio de relato se debe, sin duda, a los logros del movimiento feminista, que también ha permitido que mujeres como Mónica Oltra, Manuela Carmena o Ada Colau entren en el imaginario colectivo como lideresas. Ahora, cuando alguien en València, Madrid o Barcelona piensa en un líder político, estoy segura de que la imagen que le viene a la cabeza es mucho más plural y diversa.
Si nos fijamos en el estado español, el avance es considerable, pero queda mucho trabajo por hacer. Pasamos de 0 ministras en 1979 a 11 en 2018 tras la moción de censura a Mariano Rajoy, lo que representa una presencia femenina en el Consejo de Ministros del 61,11%. De igual modo, el nuevo Consell de la Generalitat cumple con el 50% de mujeres.
Sin embargo, es urgente y necesario pasar de lo simbólico a lo tangible, pues según el informe del Foro Económico Mundial 2018, al ritmo actual, se tardarán 107 años en superar las brechas en la representación política de las mujeres. Uno de los objetivos de la Agenda 2030 de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible es el de garantizar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades para el liderazgo en todos los niveles de toma de decisiones en la vida política, económica y pública, pero seguimos siendo relegadas, en la mayoría de los casos, a los puestos secundarios.
Después de unas semanas de negociaciones cargadas de testosterona, creo que se hace aún más evidente la necesidad de feminizar la política, eso que llevamos tantos años reclamando y que lo hemos puesto en práctica en los espacios donde hemos tenido oportunidad. Me resulta fundamental, una vez más, reivindicar el papel de Compromís, y de Iniciativa, un partido que ha sabido leer el momento y asumir su responsabilidad ante la sociedad. Una organización que genera liderazgos de mujeres fuertes y empoderadas y que contribuye a ese nuevo imaginario colectivo.
El 28A y el 26M consolidamos el camino que habíamos iniciado en 2015. El de las políticas progresistas, ecologistas, feministas. Un camino liderado por Mónica Oltra. El camino que en 2019 sigue teniendo rostros de mujeres con #Iniciativa. El de Mónica Oltra y Mireia Mollà en el Govern de la Generalitat. El de Aitana Mas, Belén Bachero y el resto de sus compañeras de Compromís en les Corts. El de cuarenta concejalas en el territorio valenciano. Sobre ella, además de las tareas de gobierno u oposición, recae un poder inmenso. Seguir cambiando ese imaginario colectivo y hacer posible la creación de nuevos referentes femeninos en política.
Ojalá, dentro de unos años, la niña de ese spot navideño pueda llegar a disputarse la alcaldía de Madrid y lo haga en igualdad de condiciones con otros hombres y mujeres. Ojalá, dentro de unos años, muchas más niñas digan eso de “no quiero ser princesa, quiero ser consellera”.
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